Cualquiera que se pare por acá diría que estamos en emergencia y en realidad, aunque pareciera que no es para tanto, el hecho de no poder salir a cualquier lugar y congraciarse con el populacho como habitualmente se hace, andar con mascarilla por todos lados y que las noticias no hablen de otra cosa, como que apabulla el ánimo y el espíritu.
Si el vecino estornuda, que se vaya retirando, y vayamos por los pomos de vitamina C y los tapabocas a la farmacias… ¿y las vacunas?, ¿alcanzarán para todos?
Pero que no cunda el pánico o “que no panda el cúnico” como diría nuestro ídolo nacional, el muy querido Chapulín Colorado.
Con la crisis, la violencia y el narcotráfico ahí la íbamos llevando, pero ahora con la epidemia, casi pandemia de influenza porcina que azota nuestro ya muy mayugado país, pues sólo nos falta que comiencen a llover sapos.
Y que llamen a Bruce Willis por el Twitter para que detenga el meteoro que nos va a caer mañana por la mañana, y es que por si fuera poco, por esa vía nos acabamos de enterar por acá que acaba de pasar un temblor en el D.F. a 6 grados en escala de Richter con epicentro en el estado de Guerrero.
No quiero yo saber, ni ver, ni oler, pero ver negocios, cines, universidades cerradas, partidos de futbol sin público y que el vecino del coche de al lado con tapabocas en quijada, sólo mira hacia el frente como si con mirarnos nos fuéramos a contagiar el uno al otro, eso sí como que me causa escalofríos.
En realidad, nadie anda jalándose los pelos y pidiendo vacunas a grito pelado, pero para no llegar a esos extremos, más nos valiera hacer caso de los cuidados que debemos tener, y no andar saludando a fulano y perengano tan afanosamente como lo hacemos, tomarnos el juguito de naranja, y si podemos, enfundarnos en la piyama y quedarnos en casa a hacer nada por lo menos unos días.
Esperemos que esto no vaya más allá, porque aunándose a las muertes que pudiera llegar a haber, lo realmente malo para nuestro pedazo de terruño al que llamamos país vendrá con una crisis tamaño trasero de elefante, con grandes perdidas económicas a nivel local y nacional, ya que con el turismo ahuyentado por la noticia, seremos la comidilla del resto del mundo por un tiempo, nadie querrá saber de nosotros ni de nuestras exportaciones y nuestros paisanos no serán bienvenidos por lugares lejanos.
Y saber que aunque el problema realmente comenzó en Texas, México se está llevando todo el crédito sólo por tener más casos que nadie.
En fin, que vayamos apechugando y en lo personal a mí lo que más me duele es no poder ir a ver el estreno de Wolverine, y sólo de pensar en la posibilidad de tener que verlo por otras fuentes, eso sí me que me causa mareo.
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